miércoles, 13 de julio de 2016

Resiliencia: El inicio de una aventura




Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.


(Antonio Machado)



Recientemente he estado leyendo, pensando y (aunque no mucho) platicando con personas de gran importancia para mí, sobre este tema de la resiliencia. Ello ha sido porque un maestro, que tuve la dicha de conocer por serendipia, me introdujo poco a poco en el tema.

Comentemos primero qué es esto de la resiliencia, pues, a bote pronto, la palabrita parece cercana a resistencia, mas no son lo mismo. De manera general, aunque no hay un único acuerdo, la resiliencia para los expertos se ha entendido como un mecanismo o proceso humano que permite a las personas encarar, transformar y superar el malestar (incluso el sufrimiento) que genera alguna adversidad o trauma producto de una herida. Por su parte, la resistencia, al igual que una palabra hermana como la invulnerabilidad, refiere a una capacidad de poder oponerse a una fuerza contraria con el fin de salvaguardar la integridad actual de la persona y generando con ello una tensión de fuerzas, esta tensión se verá superada cuando alguna de las dos fuerzas venza el punto de equilibrio, llevando o bien al éxito de la empresa o también a la derrota. Por tanto, la diferencia queda patente en tanto que la primera plantea una transformación subjetiva del dolor, malestar o sufrimiento, aprovechando justamente esta transformación como el impulso necesario para superar lo adverso, mientras que en la resistencia el fin de oponer una fuerza es precisamente impedir que la persona sufra, pues se piensa que el sufrimiento será la derrota completa. 

Y toda esta explicación "teórica" está muy bien para los expertos, para los profesionistas e investigadores que son parte del campo de la salud y trabajan en aquellas torres de marfil que son las universidades, los institutos, los laboratorios y los grandes hospitales, pero para los que no estamos sólo en ese mundo o incluso nos es ajeno, una primera cuestión que surge frecuentemente es ¿todos podremos ser resilientes? Y esta pregunta usualmente envuelve otra del tipo: ¿yo podré serlo? En principio, debido a la discusión de aquellos expertos y las diferentes definiciones otorgadas, en algunos casos nos iluminarían con esperanzas, indicándonos que por supuesto, todos podemos serlo, mientras que en otros nos señalarían que no, condenándonos, con ello, a no poder siquiera vivir la experiencia -si interesa profundizar en este tema recomendamos especialmente un texto de Stanislaw Tomkiewicz llamado "El surgimiento del concepto"-. Quizá puedas ir imaginando nosotros a qué perspectiva le apostamos, mas la iremos delineando en próximas entradas. 

Los seres humanos somos agentes maravillosos que estamos determinados por un nivel históricocultural, pero también por otro biogenético. No obstante esta determinación, nosotros no nos agotamos en y con el presente, es decir, no somos agentes que sólo viven su hoy, sino que somos capaces de escapar del presente, incluso si éste es horrendo (o con mayor razón si lo es), de proyectar hacia el futuro, de soñar e imaginar que el sol saldrá el día de mañana. Seguramente si tú estás leyendo esto has tenido la oportunidad de conocer el término resiliencia y al atraerte o querer saber un poco más lo pusiste en la barra de tu buscador, arrojándote entre miles de entradas, ésta y decidiste explorarla. Sin embargo, como no todo es seguro en la vida, entonces también puede ser que me equivoque y que seas un curioso navegante de este infinito mar que es Internet, topándote por casualidad con este texto, decidiendo ojearlo hasta este punto.

Pero cualquiera que fuese la razón que te llevó a leernos, llegados a este punto es importante cerrar por ahora, no sin hacer antes un convite: Todos hemos experimentado alguna vez el profundo dolor de una herida, no nada más en el cuerpo, sino en el corazón, la pregunta es ¿qué vas a hacer con él?; la invitación es toma la mano de alguien, velo a los ojos y con sinceridad dile: "Acompáñame, quiero compartirte una historia".